miércoles, 12 de octubre de 2016

El frío es sexy

Llegó el cuarto el otoño en Trondheim. Amanece el día a bajo cero y va subiendo hasta llegar a unos ocho o nueve grados. Hermoso el fulgor de la mañana. Indescriptibles los colores con los que obsequia a Trondheim la luz del sol.

Las manos se me quedan frías mientras pedaleo con fruición en mi bicicleta, o voy de excursión por el bosque. Llegó la hora de rescatar mis guantes. Los jerseys y calcetines calentitos. Mis zapatos peludos. Confieso que me encanta la lana. A propósito del frío, esto es algo en lo que cambiado. Y me gusta. 

El mes pasado fui con unas amigas a ver la última peli de Bridget Jones. Hay algunos flashback a las otras dos películas de la saga. En la primera (2001), había una escena muy cómica en que uno de las protagonistas lucía un jersey con un reno.  Hoy sigo creyendo que es divertida, pero cuando veo el jersey, tan abrigado y estampado, no puedo evitar pensar el frío es sexy. Así, tal cual suena. Por muchos motivos.



Los colores marrón, rojo y amarillo de las hojas se entremezclan con tonos verdosos, que ya tienen los días contados. Algunas plantas se esconden, tímidas, bajo la escarcha. Y yo me hago un recordatorio mental: en dos o tres semanas voy a necesitar clavos para los zapatos. De hecho ayer ya tuve mi primera patinada en la calle. Muy artística, jeje.


Este año, ante la expectación del pequeño, he aprendido a encender el horno de leña de casa. Observa muy atento toda la maniobra. E incluso me jalea. Para comérselo.

Me gusta el tacto rugoso de los troncos. Me divierte arrancar la corteza y algunas astillas para que el fuego prenda. Hacer bolas pequeñas con periódicos viejos me hace sentir como una niña. Luego los troncos empiezan a arder.  Siento mis mejillas enrojecerse y ese olor tan delicioso a leña. 


A veces me  siento en el sofá y descanso. O leo un libro.  Bailo. Hago ejercicios de gimnasia con Youtube. Y otras también me da por hacer muffins y pasteles. Las temperaturas invitan a preparar cosas diferentes. Hace pocos días comí mi primera fondue del año. Se me hace la boca agua de pensar en ella de nuevo. Fue muy koselig prepararla y degustarla con un buen vinito (un día es un día)

En septiembre tuve ocasión de ir a coger setas con el centro de voluntarios y dos expertas. Nivel básico, pero suficiente para mí. Hasta entonamos una canción sobre champiñones en medio del campo. Muy kumbayá y bonito.



Luego hicimos una degustación de setas en plena naturaleza junto al fiordo de Malvik. Aceite, sal, y al buche. Delicioso. Clicad aquí si queréis ver mas fotos.




Algo que me gusta de Noruega es que el tiempo no es un inconveniente para hacer planes. Por ejemplo, el domingo fuimos de tur los chicos y yo con otra mamá del barrio y sus hijos.

Estuvimos hablando, bebiendo un poco de café (no soy fan, pero aquí beben mucho y es educado aceptarlo) y pasándolo bien, mientras los chicos correteaban. Afilamos algunas ramas para poder sujetar las salchichas en la hoguera. Comimos frankfurts y nubes dulces alrededor del fuego. Un vicio.


Por otro lado, he empezado a salir algunas veces de tur por las noches. Me compré una linterna para la cabeza. Es muy emocionante. La noche cerrada. Las estrellas. El crujir de las ramas sin saber exactamente por donde vas. Observar la ciudad desde las alturas. Y pasear en esa aura de misterio que sólo la oscuridad sabe brindar. 


Esta semana los chicos tienen fiesta algunos días e iremos a ver una exposición sobre las Svalbard. Hemos de ir con linterna al museo. Será divertido.

Hasta la próxima