jueves, 29 de septiembre de 2016

Vida

Sentí que se me partía el alma cuando supe que la distancia física ahora se habia hecho infinita. Me sentí extraña al ver su perfil de facebook y su foto de whatssap. No podía ser verdad. Quizás si le escribía, seguro que me contestaría. Como siempre hacía.

La vida no se lo puso fácil, pero exprimía su jugo al máximo. Todo ello pese al dolor que la inundaba con frecuencia.  "Cuando me encuentro bien, salgo a dar un paseo por la ciudad. Si estoy fuerte, cojo las maletas y viajo con él. Es bello ver el mundo, cerca o lejos, Lidia"

Tuvo una persona a su lado, que siempre estuvo ahí. Y eso me hace feliz. "Es honesto y bueno"- me contaba, mientras esbozaba una sonrisa enamorada en el café Zurich de Barcelona. No podía ser de otra manera. Porque esos son los dos adjetivos que definían su propia personalidad.

Compartíamos la pasión por ayudar a los demás, el mismo sentido del humor y la debilidad por los gatos. Me enseñó que la vida no se puede planear. Que un día puede ser maravilloso y bonito, y otro al contrario, malo y feo. Pero que es importante vivirlos con personas que te quieren y te hacen feliz.

Sonrío al pensar en nuestros encuentros, sus detalles sencillos y hermosos, las bromas cuando trabajamos juntas en el despacho, las confidencias...

Me quedo con el brillo de sus ojos y su risa. Con el honor de poder haber contado con diez años de su amistad. Y una herencia llena de sabios consejos.

Te llevo en el corazón. Abrazos donde estés, amiga.