jueves, 30 de junio de 2016

Con faldas y a lo loco

No sabía como titular este post: pies descalzos, mi niña interior... Pero al final ganó la batalla la conocida película de Marilyn Monroe. Os invito a leerme, y luego si tenéis ganas juzgáis cuál era el más apropiado.

Tras trabajar en los cruceros el fin de semana, llegan unos días libres. Y tengo doble invitación. Siempre koselig ir de visita. Parece que el tiempo acompaña en Trondheim hoy. La lluvia va a dar tregua. Decido ponerme falda y calzado sencillo tipo alpargata. Salgo de casa y cojo el autobús.

Primero me despido de una de las mejores personas que he conocido en Trondheim desde que vivo aquí. No ha faltado una buena charla. Me regala un carro de la compra lleno de cosas prácticas, papel de aluminio, una olla, calzoncillos para los chicos...Me parece un detalle muy bonito.

Le deseo toda la suerte del mundo, nos abrazamos con emoción y nos decimos un hasta luego. Sé que la volveré a ver. No sé cuándo ni cómo, pero las personas importantes siempre se acaban encontrando en el camino. 

Luego me dirijo a comer en buena compañía. Pruebo un brunost artesano. Muy rico. Su gusto es  intenso con  textura porosa, a diferencia del que se vende en el supermercado (cuyo sabor es suave y de textura lisa) También tengo la oportunidad de degustar un queso un tanto peculiar. Se conoce como gamalost y me recuerda mucho al cabrales español.

A su vez aprendo a comer huevos duros "a la noruega". No es exactamente un huevo duro, quizás la equivalencia más acertada sería la de huevo poco cocido. Se golpea suavemente con una cucharilla la parte superior y se saca una pequeña parte de la cáscara (menos de la mitad) El huevo queda tipo "Calimero" y se come a cucharadas. Simple y sabroso.

Desde la ventana se puede observar como las nubes se han disipado y el sol brilla con fuerza. No hay a lugar a dudas. Nos vamos de tur.  Tengo una pinta de lo más inusual e inadecuada para salir de excursión. Tipo pija, eso es innegable. Pero con el sol no se juega. A por el bosque y la montaña se ha dicho.



Hay tramos de zonas húmedas y mojadas (myr) Pero eso no es un impedimento. A medio tur me descalzo. ¡Qué sensación tan hermosa caminar con los pies desnudos por el monte! No puedo resistir la tentación de saltar varias veces en los charcos del sendero. Otras veces hundo los pies ligeramente, y, escondidos bajo la vegetación, quedan empapados rápidamente. Sale la niña que llevo dentro de mí.

Los insectos zumban con fuerza. Creo que observan, golosos, mis piernas al descubierto. Pero me siento tan a gusto, que esto no me produce estrés. Parece que hoy sólo quieren posarse y no picarme.  De repente diviso una mora ártica o multer. Es un postre muy apreciado en la cultura nórdica. Aún no es tiempo pero intento fotografiar el lugar mentalmente. Quizás de aquí algunos meses nos volvamos a ver de nuevo.

Después de gozar de una de las mejores vistas de la ciudad, seguimos caminando hasta llegar a una hytte o cabaña. Hasta hace pocos meses era desconocida. Ahora ya no lo es, porque es un punto público de orientación para esquiadores. Su ubicación es sorprendente y realmente pasa desapercibida si uno no mira con cuatro ojos.


Es un espacio pequeño pensado para que una persona pueda pernoctar, y despertar con el sonido de los pájaros. Me siento en el colchón y miro a mi alrededor. Vuelvo a confirmar que las cosas sencillas son las mejores del mundo.

También aprendo una cosa nueva de los tur en Noruega. En algunos puntos hay un libro donde los visitantes pueden firmar. Tengo la oportunidad de firmar dos veces. Me siento como una niña con zapatos nuevos.

Vuelvo a Sjetnemarka para recoger a los chicos de la escuela. Mis piernas están llenas de barro y sin picaduras... En mi rostro una sonrisa de oreja a oreja.

Hasta la próxima