jueves, 24 de septiembre de 2015

Limones

Sucede a veces que la vida te da limones, te deja fuera de combate.  Ha sido un mes complicado por diferentes motivos, que andaban escondidos y se han liberado a la vez. Todo lo que quiero se me ha ido escapando de las manos. Difícil de explicar. Los parches que antes sanaban se han quedado pequeños, diminutos, y por momentos, inexistentes. 

Pero lentamente aparecen detalles que me devuelven a la magia de la vida. El olor a mojado de los bosques de Trondheim. Las palabras bonitas en diferentes idiomas de gente que te quiere. Un abrazo. O sin ir más allá: El entusiasmo de mi hijo mayor cuando se enteró que pronto va a conocer al entrenador y a los jugadores del juvenil del Rosenborg. Ya os contaré.

Casi se me olvida. La semana pasada encontré un piano en la cantina donde voy a dar clases particulares cada jueves. La cantina estaba vacía. Abrí la tapa y acaricié las teclas. Me sentí muy feliz. Me estoy planteando tomar clases de nuevo. Falta encontrar quién me pueda enseñar y tenga mucha paciencia jeje.




Y hoy, justo una semana después, he tenido la suerte de tropezar con una hermosa canción de Julieta Venegas. Llevo toda la mañana escuchando su discografía en el jardín (20ºC y sol, algo inusual) Increíblemente inspiradora y preciosa.

Recomiendo escuchar uno de sus conciertos pinchando aquí.  Y como ella, me digo a mí misma: Buenas noches, desolación.



Los limones son parte de la vida, pero ahora llegó la hora de dejar la acidez de lado, y saborear la limonada de nuevo. Estoy en proceso,  pero ya regresé: Decidida a vivir más y mejor.

¡Hasta la próxima!