- ¡Mala pieza! - exclamó ella, mientras se oía cómo caían uno a uno todos los hilos de su costurero.
- Yo no he sido - dijo una voz risueña.
- ¡Cómo te coja vas a ver! - le respondió.
Pese a su edad avanzada, siempre lo cogía de un revuelo, y lo reñía cariñosamente por haberle desmontado su más preciada caja de herramientas. Y el pequeño, travieso, se dejaba querer. Los lunes, miércoles y viernes de cada semana.
Ella es una pieza de mi puzle personal, y uno de los primeros recuerdos de mi hijo Arnau. Hoy se cumplen dos años desde que nos dejó. Y sólo puedo darle las gracias. Si pudiera mirar por la ventana de nuestra casa en Noruega, como hacía en Barcelona, estoy segura de que le encantaría.
¡Hasta siempre, abuela!
¡Hasta siempre, abuela!
Gracias Lidia!
ResponderEliminarTe quiero
A ti mama. Muchos besos y gracias por ser como eres :)
Eliminarprecioso, tan sencillo y tan real, me parece que esta pasando ahora mismo :)
ResponderEliminarGracias Meri. Es una de las muchas cosas bonitas que me quedan de ella. Besos.
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